Viajar a Formentera es como descubrir un pequeño trozo de paraíso en el Mediterráneo. Esta pequeña isla, la más pequeña de las Baleares, ofrece una experiencia única que combina belleza natural, tranquilidad y una atmósfera bohemia que seduce a todos sus visitantes. Puede que no sea un destino esencial, pero sin duda es uno de esos lugares que te dejan una huella imborrable.
Qué hacer en tu viaje a Formentera
Al pensar en Formentera, lo primero que viene a la mente son sus playas de aguas cristalinas y arena blanca. Playas como Ses Illetes y Cala Saona son perfectas para quienes buscan disfrutar de un baño relajante o simplemente tumbarse al sol. Lo mejor de todo es que, a pesar de ser un destino popular, la isla ha logrado mantener un equilibrio perfecto entre popularidad y serenidad.
Sin embargo, no todo en Formentera son playas. La isla es un lugar idóneo para los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre. Una buena opción es alquilar una bicicleta y recorrer sus caminos rurales. El Faro de la Mola, situado en un acantilado impresionante, ofrece vistas panorámicas que te dejarán sin aliento. Además, los senderos de Formentera son ideales para caminatas tranquilas donde podrás disfrutar de su flora y fauna autóctona.
La gastronomía de Formentera es otro de sus atractivos. Los restaurantes locales ofrecen platos frescos y auténticos, donde el pescado y los mariscos son protagonistas. No puedes dejar de probar la "ensalada payesa" o el "peix sec", dos delicias que capturan la esencia de la isla.
Formentera también es famosa por sus mercadillos artesanales. El Mercadillo de La Mola es perfecto para aquellos que buscan llevarse a casa un recuerdo único, desde joyas hechas a mano hasta arte local.